La arquitectura de las élites africanas

Por Federico García Barba


Villa Mercure, Dakar. Koffi & Diabaté Architectes, 2003 

En Europa se suele tener una visión tópica de África, un continente de enormes riquezas naturales, con sociedades extremadamente desiguales y devastadas por una extrema pobreza. Probablemente, es un reflejo de nuestro desconocimiento radical de las realidades realmente existentes en esos países. Sorprendentemente, y frente a los estereotipos, existen oasis de sofisticación que están claramente relacionados con los grupos dirigentes locales y el gusto asociado a la disponibilidad de muchísimo dinero.

El sociólogo norteamericano, Richard Sennett expone en su último libro, el alcance y efecto contrapuesto de dos formas de actuación humana, la competición y la cooperación, que definen y estratifican el desarrollo individual y de las sociedades. Naturalmente, Sennet propugna la necesidad de volver a una cultura de mayor cooperación.
Sus tesis desarrolladas siguiendo los últimos descubrimientos en el campo de la biología y la etología, establecen una segmentación en cuatro formas de comportamiento en el intercambio que se produce entre los animales. Serían el altruismo, considerado como la nobleza de dar sin esperar recompensa; aquellas actitudes en las que todos ganan, el juego de suma cero en el que unos obtienen más que otros y aquellas otras en las que solo existe un ganador que se lleva todo y los demás participantes pierden sin ninguna contrapartida.
Según él, frente a la extensión progresiva de las actitudes cooperativas existentes en el pasado basadas en el altruismo y en la ganancia para todos, hoy, y desde hace algunas décadas, los comportamientos competitivos se han impuesto como predominantes y hegemónicos en la mayor parte de sociedades y culturas.
Una consecuencia de esa preeminencia devastadora de la competición en el comportamiento humano es el aumento progresivo de la desigualdad colectiva a nivel local y global. A día de hoy, en todos los lugares, se amplia la diferencia de poder adquisitivo y de acceso a los bienes entre los diferentes estratos dela población. Pocoa poco han ido reconstituyéndose nuevamente unas elites cada vez más minoritarias que acaparan un mayor volumen de recursos.
Desde la lejanía, quizás podemos interpretar que ese proceso se expresa en los países africanos de una manera más lacerante si cabe. Seguimos interpretando que las sociedades poscoloniales instauradas en África en el último siglo, ejemplifican el atraso y la desigualdad más atroz. La mayoría de las naciones situadas por debajo del desierto del Sahara representan todavía hoy a ojos de un occidental un alto nivel de desorganización social, injusticia y sufrimiento.
Otro elemento que podría confirmar esta visión pesimista del continente africano es la aparición de niveles de lujo y sofisticación sin parangón en algunos lugares de esos países, estimulados por pequeños grupos sociales que tratan de diferenciarse rotundamente frente a realidades de una pobreza extensa y lacerante. Ahí, en esos países, conviven minúsculos oasis acaudalados que se caracterizan por una estética de la opulencia, casi del primer mundo, con espacios de dificultad extrema donde la supervivencia básica es la primera preocupación.

 
Entorno paisajístico de la Villa Victoria 73. Ciudad del Cabo. Saota Architects, 2010

Las élites africanas han experimentado en las últimas décadas una notoria evolución cultural. Frente a la generación de dictadores y reyezuelos que dominó la constitución de los nuevos países y la superación de la etapa colonial, sus descendientes cuentan con una mejor preparación, derivada de su paso por prestigiosas universidades europeas y americanas. Los nuevos dirigentes tienen ya un conocimiento más profundo de los modelos culturales existentes en los países más avanzados. Debido a ello se extiende la reproducción de modelos artísticos conocidos en la búsqueda de la distinción y el lujo sofisticado.
Quizás Pierre Bourdieu nos pueda ayudar a entender estos fenómenos. En su libro titulado La distinción de 1979 ya señalaba que las instituciones educativas producen un efecto de asignación de estatus entre sus participantes, produciendo así un cierto reconocimiento mediante títulos de nobleza cultural. Por ello, las elites africanas de segunda y tercera generación participan decididamente en el establecimiento de marcas de distinción. Fronteras intangibles que se sedimentan en unos conocimientos culturales y estéticos que otorgan una especie de escudo segregador indirecto. La distinción del resto de la población se produce por ello mediante la posesión simbólica de elementos artísticos diferenciales.
En este proceso diferenciador la arquitectura representa un valor esencial que es imprescindible. La esfera doméstica constituye el principal baluarte para el establecimiento de marcas de distinción elitistas. Por ello, es curioso constatar que las nuevas mansiones y villas que se están construyendo en algunos países con un proceso de desarrollo económico incipiente como Sudáfrica, Senegal, o Costa de Marfil, tienen ya un alto grado de alineamiento formal con aquellas que se realizan en las regiones más desarrolladas del planeta.

 
Jardín exterior. Villa Pluton. Abidjan. Koffi &Diabaté Architectes, 2008

A mediados del siglo XX se extendería una estética del orden racional y de simplicidad volumétrica en la que la sofisticación se expresaría por el uso de materiales muy escogidos y la constitución de espacios diáfanos abiertos a su entorno natural próximo. Me refiero a las propuestas estilísticas que se asocian a la arquitectura de Mies, Neutra y Jacobsen que han servido como modelo para esta arquitectura que ha acabado imponiéndose como forma de expresión mayoritaria de las élites financieramente poderosas, aquellas que se sitúan en los centros urbanos de mayor concentración de riqueza.
Frente a las islas protegidas de Miami y las comunidades cerradas y vigiladas que se extienden por América, en África esta pulsión se expresa en recintos unifamiliares individuales de reclusión exclusiva. Se recurre tanto al empleo de los materiales más caros y costosos y de enorme dificultad de importación como al empleo de artesanos y artistas locales en los complementos decorativos con un alto nivel de calidad formal y visual.
Se generan así arquitecturas brillantes que destacan por la perfección de sus acabados y la sofisticación decorativa. En estas viviendas unifamiliares es también un recurso recurrente la apropiación exclusiva del paisaje que suponen las vistas acotadas al mar. El complemento de la piscina lámina es un tic que se presenta en casi todas las nuevas villas que se muestran internacionalmente. El aprovechamiento de la visión sobre los horizontes marinos ofrece una alternativa válida a la ausencia de entornos naturales cuidados y conservados. 
En estas obras es destacable también la importancia concedida a la generación de sombra. Este es un recurso básico en climas tropicales, que se refleja en la provisión de gigantescos parasoles y que atenúan así el efecto de la radiación aumentando las superficies exteriores a cubierto. Otro elemento fundamental de respuesta climática es el que se produce a través de la constante relación entre espacios interiores y exteriores en las que estos últimos funcionan como extensiones funcionales ampliando las superficies estanciales disponibles. La generación de ventilaciones cruzadas, crujías estrechas y orientaciones estudiadas respecto al soleamiento contribuyen también al mejoramiento de las condiciones de confort en estos edificios.
Algunos ejemplos de residencias hechos en África por arquitectos locales pueden servir para ilustrar este fenómeno. Es el caso de las obras que realizan el grupo de arquitectos sudafricano SAOTA, formado por Stefan, Antoni, Olmesdahl y Truen, y que pueden ser bastante representativas a este respecto. Como ocurre con la llamada Casa Victoria 73 realizada en Ciudad del Cabo. Una intervención magistral que aprovecha las condiciones paisajísticas de un escarpado suburbio de esa ciudad.

 
Espacio exterior ligado a la zona de estancia. Villa Victoria 73. Ciudad del Cabo. Saota Architects, 2010

También las que producen el equipo de Guillaume  Koffi e Issa Diabáte a lo largo de la costa occidental africana -desde la ciudad de Abidjan- con realizaciones en Gabón, Ghana, Benín y, por supuesto, en Costa de Marfil.
Un ejemplo de su estilo es la Villa Pluton en Abidjan, en la que se hace un uso extenso de estructuras metálicas que recuerdan a la estética californiana de las Case Study Houses de los años 50 y 60 del siglo XX. También pueden rememorar a algunas obras de Richard Neutra. Grandes parasoles que se interpenetran con la lujuriosa vegetación del jardín acompañando a piezas sofisticadas de mobiliario y otros complementos decorativos.
Ambos equipos han realizado sendas mansiones en la ciudad senegalesa de Dakar, intentando interpretar la idiosincrasia local mediante su integración formal en esa estética uniformadora a la que se hace referencia en este comentario.

 
Terraza exterior de la Villa Sow. Dakar. SAOTA Architects,

Por ejemplo, en la Villa Sow realizada por SAOTA a las afueras de la ciudad, se plantea un enorme espacio a doble altura frente al mar. La piscina lámina rectangular se sitúa paralela a la costa presidiendo la inmensa terraza. Ahí, en sus interiores, se dispone una adecuada integración con las vistas del jardín colindante, resaltando la combinación colorista de materiales y vegetación.

 
Parasol sobre el edicio. Villa Mercure. Dakar. Koffi & Diabaté Architectes, 2003

La Villa Mercure de Koffi y Diabaté representa una destilación de las ideas acopiadas por estos arquitectos en el tratamiento arquitectónico de la vivienda familiar. En esa casa se despliega una gran lámina de hormigón en parasol sobre el rectángulo que ocupan los espacios interiores. Se genera así una gran terraza cubierta y sombreada que es una prolongación directa y agradable de los interiores. Frente al mar se dispone paralela la consabida piscina lámina en diálogo con la línea del horizonte. El uso de un recubrimiento de madera y cristales tintados en los huecos atenúa el efecto del potente soleamiento y el exceso de luz.Son curiosas las enormes similitudes de estos trabajos con los que se realizan en otros lugares del planeta. En muchas ciudades se están constituyendo guetos de aislamiento reservado a los más dotados económicamente.

Por ejemplo, en Miami Beach está a la venta en estos momentos una de las viviendas más caras de los Estados Unidos. Su promotor la ha construido intentado colocarla entre esas nuevas fortunas que surgen constantemente en el mundo del deporte y en la industria del entretenimiento, entre los protagonistas del cine y la música popular. Su estilo se podría encuadrar también claramente dentro de las coordenadas estéticas de este movimiento casi planetario.


La mansión que tiene el record de venta en 47 millones de $.  3, Indian Creek. Miami.

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