El magisterio de Vittorio Gregotti

El arquitecto italiano impartiendo una de sus innumerables conferencias

Según el arquitecto italiano Vittorio Gregotti, la arquitectura no se suele presentar como algo sencillo, pero puede llegar a serlo después de una elaboración compleja del proyecto. Para él, esta disciplina artística y, sobre todo, profesional es una constante búsqueda de la solución más apropiada a cada problema relacionado con el espacio. Unos conceptos estos sumamente esclarecedores sobre la manera en que un racionalista empedernido presenta el desempeño de su labor.

La arquitectura para Gregotti, es también el esfuerzo por dotar de significado a las formas construidas a través de la aplicación del análisis sobre las condiciones materiales, históricas y de contorno cultural y geográfico en la que se va a producir cada obra. Y, además en el diseño de esas formas, se debe buscar la máxima eficiencia y economía de medios; ya que -para él- la arquitectura es un esfuerzo de diálogo que se relaciona con una necesidad básica, la de proveer a la humanidad con un cobijo apropiado.

A continuación, se presentan dos capítulos del libro Autobiografía del XX secolo, de Vittorio Gregotti, publicado en 2005, relacionados con la difusión cultural y la enseñanza de la arquitectura. Son textos que reflejan su manera de reconocer aquellas cuestiones relacionadas con la arquitectura y con las que ha tenido una cierta relación vital en el tiempo. Son problemas que le interesan particularmente en relación con el devenir contemporáneo del debate arquitectónico.

Se trata de los capítulos titulados Fabricare riviste e Insegnare l’archirtectura en los que el arquitecto y crítico italiano nos ofrece sus opiniones sobre dos cuestiones que han tenido mucha trascendencia en la práctica de la arquitectura del siglo XX. Un criterio personal que se apoya en una vastísima experiencia de décadas incluida dentro del panorama de la cultura italiana del siglo XX.

Portal de acceso al Istituto Universitario de Venezia. Carlo Scarpa y Sergio Los,  1978-1984

Enseñar Arquitectura
Vittorio Gregotti, 2001

Los arquitectos modernos se caracterizan a menudo por un cierto furor didáctico que se manifiesta en formas diversas: panfletos, conferencias, manifiestos y, naturalmente también en la Universidad. Ciertamente Walter Gropius y la Bauhaus han sido el nuevo modelo didáctico del siglo XX, el único que sustituyó globalmente la gran tradición Beaux-Arts (y ante todo la enseñanza de los tratados). A partir de 1945 las escuelas de arquitectura se han convertido en una reunión de cursos, algunos brillantes, otros mediocres, que sin embargo, no han sabido proponer alternativas coherentes para una nueva manera de concebir la formación del arquitecto. El truco sugerido implícitamente por el mercado es hacer atravesar un período “artístico” a los alumnos para convertirlos en grandes profesionales

El arquitecto se ha convertido además en paisajista, diseñador, urbanista, historiador, etc., perdiendo no solo la matriz teórica y metodológica unitaria, sino también las habilidades específicas del oficio. Nada nuevo teniendo en cuenta que ya Francesco di Giorgio se ocupaba de la fusión de los cánones además de ser un gran pintor. Sin embargo, en nuestro tiempo imperan solo los dos extremos: la especialización o la todología. Naturalmente, algunos talleres se han mantenido como la nuestra que, en el sentido renacentista del término, resiste a la concepción de la profesión del arquitecto como empresa de servicios. Pero, desde luego, no es suficiente.

Se puede enseñar escribiendo, ocupándose de revistas de arquitectura o con el ejemplo de la coherencia entre la tarea propia y a través de la práctica en el taller, si ésta es sostenida por algún principio.

En tal caso, no son tanto las complejas relaciones con la ingeniería y la construcción (cálculos estructurales, hipótesis para la implantación), como la racionalización de la demanda, con el mundo de los productos industriales semielaborados y con el marcado inmobiliario en cambio acelerado. Así, la arquitectura, poniendo en riesgo su propia identidad como disciplina, permanece suspendida entre servicio técnico y estetización; y esto se refleja en las incertezas de la enseñanza.

He comenzado los estudios de arquitectura con profesores de composición que habían sido alumnos de Gaetano Moretti y he terminado como profesor en unas condiciones (en Italia) de división progresiva entre el mundo del oficio y la preparación universitaria (pero sin renunciar a las ventajas corporativas), con una pérdida completa de la perspectiva sobre lo fundamental. He enseñado quizás un poco en todas partes pero sería mejor decir que he aprendido un poco de todas partes: Argentina, Brasil, Japón, URSS, Inglaterra, Francia, Harvard, Syracuse, Princeton, Barcelona y China.

Cuando enseñaba en Harvard, una vez Jim Ackerman me dijo: “lo que nos separa de las generaciones más jóvenes es la interpretación de la historia como investigación del sentido de los hechos: solo somos filólogos frente a operadores de “zapping”.

 Exhibición Open Towers por el equipo KRADS. Alexander Sverdlov y Ania Molienda, Facultad de Arquitectura de la TU Delft, 2011

Insegnare l’archirtectura
Vittorio Gregotti, 2001

 Gli architetti del moderno sono sovente caratterizati da un certo furore didattico in diverse forme: pamphlet, conferenze, manifesti e, naturalmente, anche l’università. Wlater Gropius e il Bauhaus sono certamente il modello didattico nuovo del XX secolo, l’unico che abbia globalmente sustituito le grande tradizione Beaux-Arts (e ancor prima gli insegnamenti del trattati). Dopo il 1945 le scuole di architettura sono divenute un insieme di corsi, alcuni brillanti, altri mediocri, che non hanno però saputo proporre alternative coerenti per un nuevo modo di concepire la formazione dell’architetto. Il trucco implicitamente suggerito dal mercato è quello di passare atraverso un periodo “artistico” per diventare grandi profesionisti.

L’architetto inoltre è diventato landscaper, designer, urbanista, storico, ecc., perdendo sovente la matrice teorica e metodologica unitaria ma anche la capacità specifiche dei mestiere. Niente di nuovo, visto che Francesco di Giorgio si occupava anche della fusione dei cannoni oltre a essere un ottimo pittore. Ma nei nostri anni imperano solo i due estremi: la spezializzazione o la tuttología. Naturalmente è rimasta ancora qualche bottega comoe la nostra che, nel senso rinascimentale del termine, resiste alla concezione della profezione dell’architetto como societa di servizio. Ma non basta certo.

Si può insegnare scrivendo, occupandosi di riviste di architettura o con l’esempio delle coerenze tra il propio lavoro e atraverso la pratica di botega, se questa è sostenuta da qualche principio.

Poi ci sono non tanto le complesse relazioni con l’ingegneria e la scientifizzazione della costruzione (calcoli strutrali, ipotesi impiantistiche, ecc.), quanto con la razionalizzazione della domanda, con il mondo dei prodotti semilavorati e con il mercato inmobiliare in rapido cambiamento. Così l’architettura, rischiando la propria identitá disciplinare, resta sospesa tra servizio tecnico ed estetizzazione; e questo si specchia anche nelle incertezze dell’insegnamento.

Ho cominciato gli studi di architettura con professori di composizione che erano allievi di Gaetano Moretti e ho terminato como professore in una condizione (in Italia) di scissione progressiva tra mondo del mestiere e preparazione universitaria (però senza la rinuncia ai vantaggi corporativi), con una completa perdita degli scopi oltreche di fondamenti. Poi ho insegnato un po’ dapertutto ma sarebbe meglio dire che ho imparato un po’ dappertutto: Argentina, Brasile, Giappone, URSS, Inghilterra, Francia, Harvard e Syracuse, Princeton, Barcellona e Cina.

Quando insegnavo ad Harvard, Jim Ackerman una volta mi disse: ció che si divide dalle giovani generazione è il senzo della storia como indagine sulla ragioni dei fatti: sono rimasti solo filologi o operatori di “zapping”.

Exterior del GSD. Escuela de Arquitectura de la Universidad de Harvard

 

Portada del último número de la revista Casabella dirigido por Vittorio Gregotti

Hacer revistas
Vittorio Gregotti 1996

A lo largo del siglo XX se ha publicado un gran número de revistas de arquitectura. La gran mayoría con una intención polémica viva y con un recorrido corto. En las primeras tres décadas del siglo a menudo relacionadas con las vanguardias; es decir, revistas manifiesto. En la segunda parte del siglo las revistas se han vuelto más estables, e institucionalizadas. Un caso especial es el de las revistas publicadas por algunas universidades anglosajonas: la bellisima “Perspecta” ha sido el mejor ejemplo. Hasta finales de los años ochenta, sin embargo, muchas mantenían todavía un punto de vista, observaban críticamente el estado de la cultura arquitectónica. Sirva como ejemplo la revista “Oppositions” surgida en 1973, e incluso “Assemblage” a finales de los años ochenta. Recuerdo que, todavía en 1975, con ocasión de un encuentro entre los equipos de “Lotus”, “Oppositions” y “Arquitecturas Bis”, se mantenía la capacidad para discutir entre diferentes posiciones. Después vendría una nueva mutación.

Ahora las revistas son menos numerosas y casi ningún arquitecto las dirige hoy: Solo hay profesionales de la comunicación que muestran una parte de lo que sucede con un enfoque dirigido al nuevo periodismo, a saber, dirigidas a la publicidad y la mayor difusión; y en ágil concurrencia con las revistas de moda.

Una situación que también gratifica el interés por el “design”, aunque a causa del valor publicitario que conlleva. La comunicación televisiva relacionada con la arquitectura no es muy importante porque, por ahora, la arquitectura como práctica artística interesa poquísimo a ese público y sobre todo la encuentra inexplicable: una labor entre escultura e ingeniería.

Los periódicos cuentan a veces (fuera de Italia) con secciones de un buen nivel especializadas en arquitectura, mientras en nuestro país la cuestión se aborda muy raramente y, a menudo vinculada a situaciones escandalosas. Se ha desarrollado, todavía débilmente, las comunicaciones por Internet especialmente entre los aficionados a la profesión. Se han visto multiplicadas las publicaciones ilustradas de lujo, y una gran cantidad de monografías inútiles o revistas-monografía (como la horrenda-bellísima “Croquis”).

He estado relacionado con revistas de arquitectura durante cuarenta años: “Casabella”, “Edilizia Moderna”, “Lotus”, “Rasegna”, de nuevo con “Casabella” hasta 1996. Un trabajo apasionante y muy fatigoso en el que se debe argumentar con firmeza y en el momento justo y tratar de construir así un punto de vista. Hoy el tiempo transcurre rebosante de informaciones desiguales que se superponen por lo que la tarea principal no es la de la publicación incesante sino la de la selección intencionada que conduzca a la discusión crítica que ninguno aplica: solo aplausos o exclusiones a aquellos que no se adaptan a la moda del momento.

La crítica estructural no es del agrado general, mientras la bizarría estética, ya se sabe confirma el sistema de poderes.

Portada de la revista estadounidense Oppositions, 1979

 

Fabbricare riviste
Vittorio Gregotti 1996

In tutto il XX secolo si è pubblicato un gran numero di riviste di architettura. La stragrande maggioranza con un vivace intento polemico e con una vita breve, sovente conessa, nei primi trent’anni del secolo, a movimenti e gruppi di avanguardia, cioè riviste-manifesto. Nella seconda parte del secolo le riviste sono diventate più stabili e instituzionali. Un caso a parte è quello delle riviste edite da alcuna universitá anglosajoni: la bellisima “Perspecta” è stato l’esempio migliore. Sino alla fine degli anni ottanta, comunque, molte sostenavano ancora un punto di vista, guardavano criticamente alla condizione della cultura architettonica. Valga per tutti l’esempio della rivista “Oppositions” iniziata nel 1973, e persino di “Assemblage” alla fine degli anni ottanta. Ricordo che, ancora nel 1975 in occasione di un encontro tra “Lotus”, “Oppositions” e “Arquitecturas Bis”, si retineva di poter discutere tra diverse posizione. Poi è avvenuto un nuevo cambiamento.

Ora le riviste sono meno numerose e quasi nessun architetto le dirige più: solo professionisti della comunicazione che registrano una parte di ciò che avviene con l’attenzione volta sopratutto al nuovo giornalistico, cioè alla publicittà e alla diffusione; e in vivace concurrenza con le rivisti di moda.

Questo premia anche l’interesse per il “design”, anche a causa del valore pubblicitario che ciò comporta. La comunicazione televisiva in fatto di architettura non è molto importante perché, per ora, al suo pubblico l’architettura quale pratica d’arte interesa pochissimo e soprattutto la trova inesplicabile: tra escultura e ingegnieria.

I quotidiani hanno talvolta (fuori d’Italia) rubriche anche di buon livello sull’architettura, mentre nel nostro paese la questione è affrontata molto di rado e sovente legata solo a eventi scandalistici. Si sono sviluppate, ancora debolmente, specie tra gli addetti ai lavori, le comunicazioni internet. Si sono invece moltiplicate le publicazioni illustrate di lusso, e una grande quantitá di inutile monografie o riviste-monografie (come l’orrendo-bellisimo “Croquis”).

Mi sono occupato di riviste di architettura per una quarantina d’anni: “Casabella”, “Edilizia Moderna”, “Lotus”, “Rasegna”, poi ancora “Casabella” sino al 1996. Un lavoro appasionante e faticossimo nel quale occorre dire le cose fermamente e al tempo giusto e cercare di costruire così un punto di vista. Adesso il tempo si è fatto così accavallato e fitto di ineguali informazioni che li lavoro principale non sarebbe quello della publicazione incessante ma della selezione intenzionalizzata alla discussione critica che nessuno applica: solo applausi o esclusioni di chi non è alla moda del momento.

Le critiche strutturali no sono gradite, mentre le bizarrie estetiche, si sa, confermano il sistema dei poteri.

Portada del número 21 de la revista Arquitecturas Bis dedicado al Congreso Internacional de Arquitectura Moderna de La Sarraz. Un medio que marcó el debate de la arquitectura española entre los años 70 y 80 del siglo XX

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